Cuando el espíritu inmundo sale del
hombre, anda vagando por lugares áridos, en
busca de reposo; y al no encontrarlo dice: Me
volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar la
encuentra barrida y en orden. Entonces va y
toma otros siete espíritus peores que él; en-
tran y se instalan allí, y el final de aquel hom-
bre viene a ser peor que el principio.
LUCAS, 11-23
hombre, anda vagando por lugares áridos, en
busca de reposo; y al no encontrarlo dice: Me
volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar la
encuentra barrida y en orden. Entonces va y
toma otros siete espíritus peores que él; en-
tran y se instalan allí, y el final de aquel hom-
bre viene a ser peor que el principio.
LUCAS, 11-23
Cuenta la leyenda que algunas personas tienen el corazón (aunque también pueden ser otros órganos) en el lado izquierdo del cuerpo. Carlota sabía que no era una de esas privilegiadas. Su corazón bombeaba, sí, pero estaba privado de cualquier emoción, lo cual era como si no lo tuviese. Nunca se aceleraba por besar al chico que le gustaba ni se paralizaba al presenciar una obra de arte. Pero todo tiene su explicación.
Con tan solo diez años, su alma, que para el que no lo sepa, es la encargada de provocar las emociones de las personas, cansada del mal humor de la niña, decidió abandonarla. Este hecho hizo que desde entonces Carlota quedase sumida en una especie de halo mortecino.
Con el tiempo, y tras haber sido lobotomizada y sometida a varias sesiones de electroshocks con resultados catastróficos, decidió salir en busca de su alma, pero lo único que encontró fue la de un enano albino travestido con tendencias suicidas. Como no tenía otra cosa mejor, se la quedó. Al llegar a casa firmó un pacto con ella y la introdujo en un botecito de cristal de los que su madre utilizaba para hacer conservas. Poco después se suicidó porque se sentía atrapada en un cuerpo que no era el suyo.
Con tan solo diez años, su alma, que para el que no lo sepa, es la encargada de provocar las emociones de las personas, cansada del mal humor de la niña, decidió abandonarla. Este hecho hizo que desde entonces Carlota quedase sumida en una especie de halo mortecino.
Con el tiempo, y tras haber sido lobotomizada y sometida a varias sesiones de electroshocks con resultados catastróficos, decidió salir en busca de su alma, pero lo único que encontró fue la de un enano albino travestido con tendencias suicidas. Como no tenía otra cosa mejor, se la quedó. Al llegar a casa firmó un pacto con ella y la introdujo en un botecito de cristal de los que su madre utilizaba para hacer conservas. Poco después se suicidó porque se sentía atrapada en un cuerpo que no era el suyo.