Eran primos. Pero también eran niños. En las reuniones familiares, cuando todos terminaban de tomar café, se metían en el dormitorio de la entrada, cerraban la puerta y se quitaban la ropa. Sus cuerpos eran prácticamente idénticos, salvo un pequeño detalle. Se miraban. Luego ella se tumbaba y le decía lo que tenía que hacer: "Ponte encima de mi. Luego cambiamos". Él se excitaba. Ella se aburría. Pensaba que eso era lo que hacían los mayores cuando se desnudaban. Con el tiempo, ella logró recordar todo aquello vagamente. Sonrió. Él desde entonces estaba enamorado de ella.