No tengo nada.
Ya he tendido los ojos para siempre
a este hermano imbécil o santo del poema.
Ya he elegido.
He cortado las sogas al trapecio
y al caer he cantado.
He cantado siempre.
He tenido coágulos de flores en todas las heridas.
He caminado países
he vuelto
hoy me vuelvo a ir.
He mendigado en puertos extranjeros
y en trenes que cruzaban Europa.
He soñado con Blaise Cendrars.
He tocado la guitarra en una calle de París.
He tenido miedo en Estocolmo
bajo la nieve.
He juntado papeles por la calle
para ir a escribir a una plaza
en la madrugada.
He trabajado, he sido bueno.
Agradezco estar vivo y amar.
Amar a los adolescentes.
Amar a Dylan Thomas y Allen Ginsberg.
Amar los sucios y los locos.
Amar los negros.
Amar a Woodstock.
Amar a todas mis visiones.
Amar a mis amigos.
Amar el mar.
Amar la mágica incertidumbre del camino.
Veinticuatro años
y sé
que el poema sobrevivirá a todo.
Veinticuatro años, Raúl Núñez.