Todo el mundo coexistía en aquella constante cacofonía de diatribas, bongos y ladridos de perro. Nos dirigíamos a la fuente, al epicentro de la actividad, cuando un matrimonio maduro se detuvo y nos observó sin ningún disimulo. A Robert le gustaba que se fijaran en él y me apretó cariñosamente la mano. 'Oh, sácales una foto', dijo la mujer a su desconcertado marido. 'Creo que son artistas'. 'Venga ya', respondió él encogiéndose de hombros. 'Sólo son críos'.


Éramos unos niños, Patti Smith.